domingo, 6 de mayo de 2012

Vi "mucha" luz y llamé...

"Sólo quiero que sea luminoso, no me importa si mide 7 x 7"...
Y así comenzó mi aventura selvática de la búsqueda de un departamento medianamente aceptable en Capital Federal...

Después de mucha investigación, ansiedad, decepciones, de gente que creyéndose dentro de Jumanji ¡¡¡me puenteó literalmente para ganarme un departamento!!! y de mucha fe que mi casita indicada estaba por llegar, conseguí el departamento más hermoso de Capital, sí.. así es, es el más hermoso (tengo complejo de madre primeriza cuyo bebé es PELUDO hasta la espalda pero igual lo ve hermoso).

Un viejo y queridísimo amigo me envío el link de una página que juro jamás supe que existía (esto habla muy mal de mi rol como detective de bienes raíces), y al abrirlo me di cuenta que esa TENÍA QUE SER MI CASA.
Fue una media mañana en la ofi, un miércoles post feriado de esos bieennn lunes, de hecho hacía unos minutos había declarado públicamente "¡qué mañana de mierda!". Me apresuré a llamar dejando en el escritorio un documento a media inspiración y me atendió un muchachito bastante cheronca ya por su voz... tengo que decirlo, prejuzgué al joven que luego resultó demostrar seriedad e integridad en la descripción de cada detalle de la casa, y además, era el hijo del dueño de la inmobiliaria, "me inclino ante ti señor hijo de dueño de inmobiliaria... y de paso meté fichas para que este depto. sea mío".

Concertamos la entrevista a las 17:30, corrí al despacho de mi jefa para avisarle que tenía que irme antes porque "¡había encontrado la casa de mis sueños!" (muy jugada la piba), y guardé en un pen drive el trabajo que me iba a quedar pendiente para terminar en casa luego.

La tarde pasó como un chicle bola de esos que pierden el gusto a los 3 minutos, 14´´ de masticado pero luego su densidad se hace cada vez más pesada y dura a la mandíbula.
Y durante ella, imposibilitada para concentrarme, me dediqué a contemplar las fotografías de mi futura casita, cual adolescente con imágenes de Justin Bieber.

Me tomé un taxi a las 16:45 y llegué obviamente quince minutos antes, los cuales me sirvieron para experimentar la cuadra.
Mucho encargado de edificio chusma, me miraban como si fuera Bin Laden en la puerta de una ORT, pero yo de todas maneras seguí en la mía, mirando el balcón, ¡MI FUTURO BALCÓN!, contemplando el restaurant de la esquina, y la verdulería en diagonal... ¡completito!

Estacionó el 206 cheronca y bajó el "chico de voz cheronca hijo del dueño, amén".
Nos saludamos y subimos enseguida, no me daban las patitas de ansiedad...

Entré y de la mano de Kurt Cobain vivenciamos el Nirvana... ¡era luminoso y estaba muy lejos de medir 7 x 7!". Divino, grande, moderno, bien terminado, nada de paredes de telgopor... y la frutilla del postre, ¡tenía VESTIDOR!

Traté de disimular mi genuina e inocente exaltación pero cuando me dijo que después de mí iban a verlo otras personas le grité practicamente "¡NO, ES MÍO ESTE, NO ME CAGAN MÁS DEPARTAMENTOS!" (y así fue como perdí voz y voto en la posterior negociación de precio - parte 1).
Chico cheronca me preguntó si tenía seña, pero ese día yo no tenía la más pálida idea de que iba a terminar así, entonces corrí las cinco cuadras a casa, agarré seña y me tomé un taxi avión a la inmobiliaria, también en el barrio pero más alejada.
Llegué casi sin aire, y el dueño, padre el chico con voz cheronca, es decir, Dios, me saludó muy cordialmente.
Una vez más traté de disimular mi ansiedad pero mientras estábamos completando el pre contrato/recibo de seña atiné a sacar la plata y me frenó en seco: "después me la das, no te preocupes" (parte 2 de "perdí mi voz y voto en cualquier insinuación de negociación de precio posterior").

Así fue como señé mi futura casita... a la que me mudo en algo así como un mes y que este primer fin de semana pude darme cuenta lo estresante que será descubrir el mundo de la decoración.








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